Todo lo que una vez existió, que tomó un lugar importante en tu mente. Lo que consumió más tiempo del que creíste y que tal vez estaría ahí para siempre. Y luego llegó el tiempo en donde no estaría más y que entonces, la nostalgia aparece fuera de lugar.
Lo que con defecto se mantuvo a pesar de que no lo querías presente, pero que al pasar el tiempo desapareció también, y se asomó el descanso.
Si todo esto permaneciera, si todo esto se hiciera más fuerte, material e inmaterial, pasado, presente o futuro, si todo esto se perpetuara, lo común sería creer porque lo vemos, lo común sería que todo durara para siempre.
Pero, para realmente enmarcar lo eterno, existe lo inconmovible, para enseñarnos que lo que tiene fuerza por encima de todo es verdadero y que no pertenece al mundo que ves, sino al que no ves.
Lo inconmovible aporta y transforma en el silencio, pero su sonido atraviesa la barrera de lo natural, va y regresa con fuerza.
Cómo el rayo de luz que se refracta una y otra vez sin poder obtenerlo ni detenerlo, lo miras, y lo crees tuyo, pero en realidad es inconmovible.
Así para cuando Él venga, entonces, eso que a ÉL le place, eso que a Él le agrada, eso que Él ve en tu corazón, eso que importa para Él, permanecerá para siempre, lo inconmovible.
